lunes, 20 de julio de 2009

Soliloquio del Individuo

El monólogo del hombre. Su parlamento a voz alta pero a solas. Su reflexión sobre su condición.
Más que nada, su redescubrimiento.

Se identifica como tal, mi amigo el hablante lírico, es el individuo. El tiempo creo es su enemigo, la rapidez, la fugacidad. Aunque esto aún no lo descubre. Al avanzar su relato creo que se va dando cuenta de cual es su error. El de todos los individuos podríamos decir, y me atrevo a decir con confianza. La idea inculcada desde que tenemos uso de razón. El maldito Tempus Fugit.

Desde que comenzamos a priorizar nuestros deseos que en un ciclo vicioso fueron creados por nuestra mera ignorancia, nos alejamos de lo natural. De lo que nadie nos impone sino que nace de nosotros mismos, como los sentimientos o valores y la moral. Bien se puede pensar que en la actualidad tales normas como la moral o el buen actuar vienen o han sido proyectadas por las religiones e/o ideologías pero tales dogmas de las religiones fueron creados dándose cuenta en principio como ciertas accionas nos hacen sentir y de igual forma al otro.
Si realizo algún daño, insulto o robo no genera una reacción agradable en mi receptor y no lo hace sentir bien, por lo que categorisamos de buenas o malas acciones.

Al alejarnos de nuestra condición natural nos acercamos al (como diría el Buda) incorrecto pensamiento, actuar, habla, e incorrecta decisión.

Estas decisiones, basadas en nuestros deseos e impulsos vacíos, nos llevan a destinos vacíos.
Surge la riqueza, el poder, el triunfo, los halagos, el deseo de más, inconformismo material, la no apreciación de lo actual, del presente: el futuro pasa a primer plano, el pasado es estigma constante, y el presente se hace nulo, siendo piorisado el próximo acontecer, lo que vendrá. Y el sentir actual, la inmersión del individuo en su actual ser y su real necesidad son desplazadas por la falsedad del progreso, del inevitable avance de la humanidad.

Tal como el agente Smith dice en Matrix: "No podemos luchar contra lo inevitable, Sr. Anderson", el dualismo y el progreso, la supervivencia y las "supravivencias" que determinan lo que vendrá.
El hombre tal como el mismo se categorizó, creador de su historia pero subordinado a la causalidad de sus acciones en su mas remoto origen. Se desarrolló incapaz de controlar su propio destino como raza, dejándose llevar por la incorrecta acción, fue creando o vivenciando efectos de lo que será su existencia casi vacía en la actualidad.

Lamentablemente no me puedo excluir de estas acciones tan, humanas, por lo mismo, repletas de errores. Pero al ser perfectamente humanas, están repletas también de sentimiento, aún sea de manera escasa, y repletas de aprendizaje, o por lo menos de la oportunidad de lograrlo.
Creo que la humanidad como raza aprende, pero es como si aprendiese por momentos o lapsos, como si todo el conocimiento valórico, natural, se comunicara por generaciones, y tal como una leyenda fuese perdiendo o modificando algo, para ver como en la actualidad, lo artificial de alguna manera maneja a su creador, al individuo.

Pero creo que al estar consiente de que mi situación como individuo, de mis constantes falencias como humano y al estar realmente dispuesto a aprender de ellas para que mi presente no se transforme en espejo de mi pasado, me da cierta ventaja.
No quisiera categorizar al hombre atento, dispuesto e intentado despertar como superior, ya que creo que sería cometer un gravísimo error, pero si este tipo de individuo tiene mas oportunidades y será capaz de llenar su vacío personal casi innato y desarrollarse en una sociedad tan artificial y enfermiza como esta de manera tal vez, mas fácil. Sociedad donde el hombre natural lucha en silencio por no desaparecer del inconsciente del hombre y poder hacerse un espacio dentro del "comercio" de ideologías y estereotipos.

Aunque el individuo con aspiraciones a lo natural no quiere más de lo que hay. Quiere como mencioné al comienzo, redescubrirse.
Aunque todo esto sucede gradualmente, y al parecer sucede más al llegar a ser artificial como le sucede a mi amigo hablante.

Comienza entonces a narrar el origen de su viaje, y según como se interprete, el origen de su periplo.

Escena número uno, mi amigo en las rocas, de cimientos sólidos, deja su primera marca. Para luego referirse a la búsqueda de un lugar más "apropiado".

Apropiado pienso, ¿Por qué?, y ¿para qué?, ¿qué es lo que necesita ahora el hombre en ese momento que lo hace buscar más allá? Simple, el inevitable progreso, el desarrollo del humano.

La necesidad de la supervivencia comienza ahora. A valerse de su entorno, pero ya como si conociese lo que debe/tiene que hacer. Como si a alguno de nosotros se nos pusiera en el pasado y fuera algo normal buscar comida y leña.

Quisiera en este momento volver a tocar uno de los principales factores en el viaje del individuo, el ya mencionado Tempus Fugit.

Me llama la atención la siguiente actitud:
"buscar mas peces,pájaros, buscar leña (ya me ocuparía de los demás asuntos)
[...]leña,leña donde encontrar un poco de leña".
ME permite de primera forma percatarme de una intranquilidad, como si estuviera hiperquinético, apurado en hacer sus cosas, en lo vital, en sobrevivir, dejando lo otro para después, dejando lo natural para cuando haya tiempo.
Comienza entonces, creo yo, el distanciamiento mencionado anteriormente, el camino inesperado hacia el "progreso".

Luego de un divagar en otras rocas y cuestionarse ciertas cosas, aparece algo interesante. La necesidad de sociedad.
"allí encontré, lo que necesitaba, encontré un pueblo salvaje, una tribu".
Aun abstraído y sumergido en la idea de continuar, el hombre necesita a la sociedad para poder sentirse como tal, para compararse, para llegar a ser alguien, y la sociedad hace que el hombre la necesite, para justificar su existencia.

Este individuo ya tiene una meta, que aunque no definida donde termine, sabe donde no se queda, sabe que no es quedarse estancado, estático, ni mantenerse "salvaje" como lo fue en un principio en sus rocas. Ya que ahora se referirá a aquellos como un pueblo salvaje que hace fuego, seguir en eso ya no era un alternativa.

Para facilitar su camino inventó máquinas y demases y aun así sigue buscando ese progreso, sin sentido ya, y por su forma de narrar me parece más como que lo cuenta con cierta ironía al descubrir luego que nada de esto tiene sentido. Y en cierta forma se critica a si mismo al mencionar que ni a sus muertos enterraba por la falta de tiempo. Carencia inventada por el hombre por lo que el menciona. Tiene que seguir adelante, tiene que producir.

Pero llegará el momento de saturación, la tan ansiada conclusión se puede lograr y darse cuenta de que el pasado parecía ser mejor. No había necesidad de producir, había tiempo de sobra, para enterrar y sembrar.
No existían estos falsos deseos creados por este afán de producir, de hacer progresar su camino, cuando en realidad sólo se enajenaba cada vez más.

Al plantearlo de esta forma no me refiero que al vivir en ciudad y ser parte de esta sociedad artificial y vacía se nos obligue a enajenarnos pero tenemos esa opción constantemente frente nuestro.
Más aun es deber del hombre moderno, liberarse de los paradigmas creados para producir y poder volver a la roca. Obviamente todo esto en sentido figurado ya que no le pido a nadie que abandone su casa y viva en el bosque, sino que sea capaz de vivir en medio del concreto, sin dejarse llevar por el sistema que lo está separando de si mismo.


La meta del hombre ya no debería seguir produciendo para alejarse más de si mismo, sino dejar esto de lado y buscar el verdadero progreso, el progreso inevitable del hombre natural.

Ver poema. Soliloquio del Individuo - Nicanor Parra

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